Por tanto, el discipulado cristiano comienza aquí mismo con la aceptación de Su regalo gratis: gracia, misericordia, una relación con Dios, y la promesa de la vida eterna. ¿De qué manera aceptamos este regalo y nos unimos a Él? ¡A través de la fe! Dejamos nuestros pecados y le seguimos a Él, confiando en Él como Salvador y Señor. En un momento de Su ministerio, Jesús se dirigió hacia una multitud y dijo, “si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mr 8:34).
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